“La Argentina está en el abismo de una catástrofe sanitaria sin precedentes”, advirtió un especialista

Para Arnaldo Dubin, la situación del sistema sanitario sumada a la realidad epidemiológica hace pensar que “un desastre peor del que se vivió el año pasado está en ciernes”. “Los trabajadores de la salud no damos más”, reconoció.

EL PAIS 31/03/2021
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Las declaraciones del médico intensivista Arnaldo Dubin (MN 54527) nunca pasan inadvertidas. Será porque, como él mismo reconoce, los especialistas en terapia intensiva aprenden a trabajar con la peor de las hipótesis.

Tras las últimas restricciones anunciadas esta semana por las autoridades nacionales y bonaerenses, y ante el aumento sostenido de nuevos casos de COVID-19 en todo el país, el especialista vaticinó que la Argentina “está en el abismo de una catástrofe sanitaria sin precedentes”.

Según analizó el médico y profesor e investigador de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en diálogo con Infobae, “cuando en el hemisferio norte pasó la primera ola, aquí no ocurrió; jamás se salió de esa primera etapa de la pandemia y siempre se siguió con un nivel altísimo de circulación viral”. “Y ahora, cuando aún no llegó el frío, estamos frente a un aumento precipitado de casos casi a niveles del pico del año pasado”, enfatizó.

Con un promedio los últimos siete días de más de 1.200 casos diarios en la Ciudad de Buenos Aires, y un nivel elevado de nuevos contagios en la provincia de Buenos Aires, Dubin observó: “A diferencia de la primera ola, que hubo una cuarentena que salvó miles de vidas y permitió fortalecer un sistema sanitario que ya estaba debilitado e hizo que la curva creciera lentamente y que todos los enfermos pudieran ser atendidos, ahora llegamos a la segunda ola con un ascenso abrupto del número de casos y un sistema sanitario que está en muy peores condiciones que en la primera ola”.

Consultado al respecto el médico neurólogo Conrado Estol (MN 65.005), a quien la pandemia lo volvió una voz de consulta casi obligada por su estudio permanente de datos e indicadores, prefirió “no hacer previsiones muy graves”, pero reconoció que “la situación es delicada”, y analizó: “Aumenta la cantidad de internados en un sistema de salud que siempre fue débil; hay gente más joven internándose, hay menos personal –que además está cansado– y que tal vez no es tan experto”.

“Los trabajadores de la salud no damos más –admitió Dubin–. Durante la primera ola hubo un aumento de la letalidad en CABA y una hipótesis es que ese aumento haya tenido que ver con la sobrecarga de las terapias intensivas”. Dubin realiza junto con otros colegas un trabajo con casi 2 mil pacientes críticos ventilados mecánicamente y caracterizaron los determinantes de la letalidad, entre los que evaluaron la gravedad de la enfermedad, las complicaciones, comorbilidades, etc., “pero un determinante independiente de la mortalidad fue el mes de ingreso”. “Siempre ante una enfermedad nueva la mortalidad disminuye en el tiempo, y acá ocurrió al revés y lo que suponemos es que esto tiene que ver con la tensión sobre el sistema sanitario”, adelantó sobre las conclusiones del estudio que aún se encuentra en revisión para ser publicado.

Y tras resaltar que los intensivistas, enfermeros, kinesiólogos y personal de salud en general están “agotados”, destacó: “Éramos pocos y ahora hay muchos compañeros que se han enfermado y no han vuelto, hay fallecidos, y a eso hay que sumarle que las condiciones de trabajo y los sueldos son malos. Por todos esos motivos estamos en muy malas condiciones para enfrentar la segunda ola”.

“Por momentos faltan medicamentos que son esenciales para la ventilación mecánica; ahora por ejemplo falta enoxaparina y la causa es que el principal proveedor de la Argentina no está entregando y extraoficialmente se ha dicho que derivó su producción a otros mercados –consideró–. Eso es un ejemplo de la desprotección en la que nos encontramos y puede extrapolarse a lo que pasa con la poca disponibilidad de vacunas”.

Estol aceptó que “el sistema de salud está en una situación delicada y se ven en los países vecinos cosas muy graves; algunas están controladas, como en Uruguay, y otras de mayor gravedad como lo que ocurre en Brasil, Paraguay, Ecuador y Chile con situaciones de extremo colapso”.

En ese sentido, para él, las variables que operan para intentar saber qué es lo que va a pasar son tres.

Y enumeró: “En primer lugar, la gente. Yo creo que hay una mayoría responsable y concientizada, que usa barbijo y ya entendió cuál es la manera de disminuir el riesgo de contagiarse. Siempre va a haber una masa crítica de gente que hace fiestas clandestinas, se sube a un avión infectado o va a la playa a Río de Janeiro donde hay una de las mortalidades más altas del planeta, pero hay una mayoría respetuosa”.

En segundo término ubicó el rol del testeo. “La semana pasada se llegaron a hacer más de 80 mil pruebas de PCR el viernes cuando se superaron los 12.900 casos. ¿Por qué no hacer 100 mil o 150 mil por día y encontrar la mayor cantidad de infectados posibles y aislarlos? Y en paralelo incursionar fuertemente en la secuenciación genómica para saber cuánto se multiplican y transmiten las variantes del virus que ya se sabe que circulan en el país”.

Y por último, la vacunación. “En dosis bajas e insuficientes lo cierto es que las dosis llegan en forma constante; creo que si se mantiene esta llegada y se aplican en forma prolija estamos creando una inmunidad”.

Consultado sobre qué rol juegan en esa catástrofe de la que él habla las enfermedades desatendidas durante el último año, Dubin sostuvo que “no hay duda que se desatendieron otras enfermedades por múltiples motivos y ahora eso se traduce en una gran tensión en el sistema sanitario, en el que se acumulan las dos internaciones: COVID y no COVID”.

Para el intensivista, un escenario que hay que mirar de cerca es el de Brasil, “con gente que se muere por no llegar a ser atendida”. “Lamentablemente la vacuna no va a ser suficiente para evitar esta realidad”, opinó, al tiempo que vaticinó que “en pocas semanas esto puede agravarse mucho”.

En las últimas 24 horas en el país se diagnosticaron 10.154 casos de coronavirus, lo que suma un total de 2.332.765 desde el inicio de la pandemia. Según el reporte diario emitido por el Ministerio de Salud de la Nación, la cantidad de muertos asciende a 55.736.

Además, la ocupación actual de camas de unidad de terapia intensiva (UTI) en el país es del 56% (61% en el AMBA). En ese sentido, en virtud del sitio estadístico Worldometers, la Argentina es el octavo país del mundo con más personas cursando un cuadro severo de coronavirus, con 3.702 pacientes.

“Creo que si las tres patas no nos decepcionan, si la mayoría de la gente se cuida, si se logra testear más y secuenciar el virus para saber cuánto se disemina y se mantiene una vacunación que aunque insuficiente y lenta sea constante generando inmunidad que progresa, debería poder evitarse una catástrofe extrema –prefirió opinar Estol–. Nadie puede discutir que la situación es delicada, y que salvo el Reino Unido e Israel, Europa está en problemas serios a pesar de una enorme vacunación y en Sudamérica la situación es alarmante, pero me parece que hay cosas que se pueden hacer”.

FUENTE: Infobae.

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