Vicente Bull y su esposa Isolda jamás pensaron que el hotel-restaurante ubicado en el paraje de Las Horquetas, al que le dedicaron tanto trabajo y esfuerzo durante años de su vida, iba a convertirse en el epicentro de las noticias, a partir de la aparición de una pandemia y un virus que a diario preocupa y lastima a miles de personas.

Lo que es peor, que ellos mismos en primera persona, iban a padecer con preocupación, una situación que desde hace días, les quita el sueño porque la mujer fue diagnosticada con COVID-19.

Las Horquetas está a unos 80 kilómetros de nuestra ciudad capital, a mitad de camino de La Esperanza. Es una parada de descanso y que muchos usaron durante los fines de semana, para comer un asado ó disfrutar a orillas del río. El pasado 3 de abril toda la tranquilidad que proyecta el pintoresco paraje se colapsó cuando una ambulancia empezaba a trasladar a personas que presentaban síntomas de fiebre y dolor de garganta.

Fueron los primeros casos confirmados de Río Gallegos, ya que hasta el Hospital Regional fueron trasladados. Uno de esos casos positivos, fue la propia Isolda.

Complicada en su cuadro de salud por varios días, la buena noticia apareció hoy cuando la familia confirmó que los médicos le quitaron el respirador artificial por la evolución que presentaba en su cuadro de salud. Esta buena noticia se sumó a los resultados "negativos" que arrojaron los estudios que le hicieron a Vicente.

Isolda continúa asistida con oxígeno y sigue en el área de terapia intensiva, pero mucho mejor que el cuadro que presentaba los primeros días y los médicos si bien cautos, ahora empiezan a hablar de una evolución.

Los dos nuevos casos positivos de COVID-19 en Río Gallegos están relacionados con el contagio registrado en Las Horquetas. El cocinero y un mozo del restaurante presentaron síntomas y al realizarles las pruebas, confirmaron la existencia del virus. De todas formas, ninguno de los dos tiene síntomas ni han desmejorado su cuadro de salud.

Marta, empleada desde hace años en el paraje, es hoy casi una cuidadora de todos los muchachos que desde principios de este mes, quedaron en cuarentena obligatoria, con personal policial de custodia en las puertas y una ambulancia de la firma UDEM permanentemente apostada en el estacionamiento.

Todo empezó con aquel trabajador neuquino oriundo de Cutral Có que hoy está internado en el Hospital de Zapala, que prestando servicio en la empresa UGA Seismic S.A. que tiene base en el hotel, habría expandido el virus entre sus compañeros y personal del lugar. Sin echar culpas, Vicente, Marta y todos los que están sometidos al aislamiento, tratan de hacer más llevaderos el día a día con la esperanza puesta en que todo pase pronto, y se retome un poco de normalidad y calma, la misma calma y tranquilidad que ya de por sí el lugar regala a todo el que lo visita.