EL MUNDO23/05/2022

La vacuna antigripal reduce casi el 90% el riesgo de padecer Covid-19 grave

Así lo indicó un estudio realizado en 30.000 trabajadores de la salud de Qatar en 2020. Estimaron el tiempo que dura la protección del inoculante contra la gripe para la infección por el coronavirus.

Aplicarse la vacuna contra la gripe previene las complicaciones y la muerte cuando una persona queda expuesta al virus de la influenza. Pero un estudio científico en Qatar descubrió otro beneficio más de la inmunización antigripal: puede prevenir la enfermedad COVID-19, especialmente los cuadros más graves.

El estudio se hizo en más de 30.000 trabajadores sanitarios de Qatar descubrió que los que se vacunaron contra la gripe tenían casi un 90% menos de probabilidades de desarrollar COVID-19 grave en los meses siguientes, en comparación con los que no se habían vacunado recientemente contra la gripe.

El estudio se llevó a cabo a finales de 2020, antes de que se implementaran los planes de vacunación contra el COVID-19. Sus resultados están en consonancia con trabajos anteriores que sugieren que el refuerzo del sistema inmune mediante vacunas contra la gripe y otras inyecciones podría ayudar también al organismo humano a defenderse del coronavirus.

Durante los primeros meses de la pandemia en 2020, los investigadores estaban muy interesados en la posibilidad de que las vacunas existentes pudieran dar cierta protección contra la infección por el coronavirus. Sin embargo, era difícil reunir evidencia sólidas para confirmar ese efecto. Esto se debía a que las personas que se vacunan contra otras enfermedades distintas al COVID-19 también podían tomar otras decisiones que reduzcan su riesgo de infectarse con el coronavirus.

Para minimizar el impacto de este “efecto de usuario sano”, un equipo dirigido por Laith Jamal Abu-Raddad, epidemiólogo de enfermedades infecciosas de Weill Cornell Medicine-Qatar en Doha, analizó los registros sanitarios de 30.774 trabajadores médicos del país. Según Abu-Raddad, es probable que haya menos variación en el comportamiento relacionado con la salud entre estos trabajadores que en la población general, lo que reduce -aunque probablemente no elimina- el sesgo. Los investigadores hicieron un seguimiento de 518 trabajadores que dieron positivo en el testeo para COVID-19 y los emparejaron con más de 2.000 participantes en el estudio que habían dado negativo en la prueba del virus.

Los que habían recibido la vacuna contra la gripe esa temporada tenían un 30% menos de probabilidades de dar positivo en la prueba del COVID-19, y un 89% menos de probabilidades de desarrollar un COVID-19 grave, en comparación con los trabajadores que no lo habían hecho (aunque el número de casos graves fue pequeño en ambos grupos). El estudio se publicó en el servidor de preimpresión de medRxiv.org y aún espera revisión de pares.

Consultado por Infobae, Pablo Scapellato, jefe de Unidad de Infectología del Hospital D.F. Santojanni en la ciudad de Buenos Aires y profesor Titular de Medicina de la Universidad Fundación Favaloro, comentó: “Es un estudio epidemiologico pequeño, que parece mostrar alguna protección de la vacuna antigripal para formas graves de COVID-19, de poca duración. Considero que aún se requieren más estudios de corroboración, como siempre en el método científico”. Igualmente el doctor Scapellato resaltó los beneficios reales de la antigripal en las poblaciones “blanco de vacuna” justifican por sí solo su uso”.

Günther Fink, epidemiólogo de la Universidad de Basilea, Suiza, afirmó en diálogo con la revista Nature que el estudio desarrollado en Qatar reduce las probabilidades de que otros trabajos que descubrieron la misma relación fueran una casualidad. Su equipo había informado que las vacunas antigripales se asociaban a un menor riesgo de muerte en pacientes hospitalizados por COVID-19 en Brasil.

“Se trata de una prueba importante”, afirmó Mihai Netea, especialista en enfermedades infecciosas del Centro Médico de la Universidad de Radboud en Nimega, Países Bajos. La observación de que las vacunas antigripales están vinculadas a una reducción no sólo de las infecciones por el coronavirus, sino también de la gravedad de la enfermedad, sugiere firmemente que la protección es genuina.

Lo que no está claro es cuánto dura esta protección. Entre los participantes en el estudio de Qatar que se vacunaron contra la gripe y posteriormente contrajeron el COVID-19, el equipo de Abu-Raddad registró infecciones por el coronavirus que se produjeron, por término medio, unas seis semanas después de la vacunación. “No espero que este efecto dure mucho tiempo”, comentó. Netea estimó que los beneficios duran entre seis meses y dos años.

No está del todo claro por qué las vacunas contra la gripe -que se componen de virus de la gripe muertos- protegerían también contra el COVID-19. Las vacunas entrenan al sistema inmune para que reconozca patógenos específicos, pero también activan defensas antivirales de amplio espectro, explicó Netea, que ha encontrado indicios de este tipo de respuestas en los receptores de la vacuna antigripal.

El equipo de Netea también está trabajando para cuantificar mejor los beneficios de las vacunas contra la gripe y otras enfermedades contra el COVID-19. Para descartar por completo los efectos de los usuarios sanos, su equipo ha puesto en marcha otro ensayo aleatorizado y controlado con placebo en Brasil que probará si las vacunas contra la gripe y el sarampión-paperas-rubéola pueden proteger contra el COVID-19.

El ensayo en curso en Brasil podrá tener una aplicación importante: saber que las vacunas contra la gripe y otras enfermedades pueden ofrecer protección contra el COVID-19, aunque sólo sea parcial y durante un período limitado, podría limitar los daños causados por una futura pandemia antes de que se desarrolle una vacuna para esa enfermedad específica, argumentó Netea. “Si se tiene algo al principio, se podrían salvar millones de vidas”.

Desde la Sociedad Argentina de Infectología y la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología, los expertos han recomendado desde marzo que la población más vulnerable debe también acercarse para recibir la vacuna contra la gripe. Incluso la dosis de la vacuna contra el COVID-19 y la dosis de la vacuna antigripal pueden aplicarse el mismo día en diferente brazo.

“Se suele creer que la gripe es una infección menor y sin importancia. Además, como en 2020 el coronavirus desplazó a los otros virus respiratorios, no se registraron muchos casos y eso hizo que se redujera la percepción del riesgo de la gripe y sus complicaciones”, dijo a Infobae la doctora Salgueira.

Se trata de una enfermedad viral respiratoria muy contagiosa. La mayoría de los afectados se recupera en una o dos semanas sin necesidad de recibir tratamiento médico. Sin embargo, la gripe puede generar graves complicaciones, incluso la muerte, en personas de 65 años y más, niños pequeños, personas gestantes y personas con enfermedades o condiciones crónicas, como cardiovasculares, respiratorias, renales, inmunosupresión, cáncer, trasplante, obesidad y diabetes.

Las personas gestantes tienen que recibir la vacuna antigripal en cualquier momento del embarazo. En el caso de las personas que dieron a luz recientemente, pueden recibir la dosis hasta el egreso de la maternidad, con un máximo 10 días, si no recibieron la vacuna durante el embarazo.

Si bien se trata de dos enfermedades causadas por virus diferentes, los síntomas de la gripe y el COVID-19 son bastante parecidos. Ambas infecciones pueden manifestarse con congestión nasal, fiebre, dolor de garganta, dolor corporal. Una diferencia pueden ser los vómitos y la diarrea en el caso de la infección por el coronavirus.

Como algunos síntomas de la influenza y el COVID-19 son similares, es posible que las personas deban realizarse una prueba de detección para saber qué virus es el causante de la enfermedad. También se sabe que las personas pueden infectarse por el virus de la gripe y por el virus que causa el COVID-19 al mismo tiempo, y puede aumentar el riesgo de complicaciones.

Como la campaña antigripal en la Argentina está principalmente dirigida a las personas con más riesgo, a veces se pierde de vista que los cuidadores y los convivientes también tienen que estar protegidos para no contagiar el virus. “Las personas cuidadoras de personas mayores o de enfermos o sus convivientes deben vacunarse contra la gripe. De esta manera, se reducirá el riesgo de transmisión del virus en los hogares”, advirtió.

Los mayores de 65 años no necesitan orden médica para recibir las dosis en vacunatorios públicos. En el caso de las personas de 2 a 64 años con patologías, sí necesitan orden médica para recibir la dosis de vacuna antigripal. El personal de salud también tiene que vacunarse para su protección y para evitar el contagio a los pacientes.

FUENTE: Infobae.

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