Coronavirus: Alberto no escatimará en gastos para enfrentar al virus y se prepara para un cambio de paradigma mundial

La pandemia del coronavirus no es una crisis más. El presidente Alberto Fernández, convertido en el comandante en jefe de la guerra contra el virus invisible, no piensa ahora escatimar en gastos para contener los efectos devastadores de la recesión que provocará y considera que su gobierno transita un cambio del ecosistema mundial, una mutación de paradigmas económicos y sociales en los que la vida será más importante que la economía.

EL PAIS 24/03/2020
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En la cúpula de la Casa Rosada, la frase más importante del Presidente durante su raid mediático del fin de semana fue la siguiente: “Hay muchas cosas que van a cambiar en la economía a partir de esto. Vamos a gastar todo lo que sea necesario para que la gente esté tranquila”, dijo Alberto Fernández.

En ese encuadre político, el Presidente motorizó los anuncios que anoche formularon los ministros de Economía, Martín Guzmán, y de Trabajo, Claudio Moroni.

En la reunión que ayer había tenido Alberto con los intendentes del conurbano bonaerense y con el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, el jefe del Estado repitió un concepto que ahora repiquetea en su discurso: “El mundo está cambiando, ya cambió. La economía ya no será la de antes”.

Lo dijo en medio de las conversaciones dirigidas a coordinar la logística, los recursos humanos y el equipamiento para la crisis. Pero muchos tomaron nota del asunto.

En ese encuentro estaba presente el vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, ahora convertido junto a su jefe, Horacio Rodríguez Larreta, en dos coroneles de la guerra contra el virus, subordinados en el buen sentido a los lineamientos que traza el gobierno nacional. El primer cambio es que, al menos durante la pandemia, se derribaron las discrepancias y la grieta entre partidos políticos.

También, la desgracia de la pandemia unificó al Gobierno y ahora ya no se escuchan peleas internas entre los albertistas y los kirchneristas liderados por la vicepresidenta Cristina Kirchner, que anteanoche regresó de Cuba con su hija Florencia; noticia que hace quince días hubiera sido tendencia y que pasó casi inadvertida.

Altas fuentes del gobierno porteño coinciden con el análisis de Alberto Fernández. “Todo cambio, el mundo no tiene más ahorros ni reservas. Nosotros ni nadie tendrá para pagar sueldos, la recaudación se cae, todo se paralizó. El gasto y la emisión es la única alternativa que queda”, señaló un funcionario de Rodríguez Larreta. La incertidumbre convive con la esperanza.

En la Casa Rosada admiten por lo bajo que la emisión monetaria para hacer frente a todas las medidas de contención social y de parálisis económica superará el billón de pesos. Lo cierto es que todo parece indicar que Alberto Fernández ya no se siente presionado por los parámetros o las metas fiscales. Y se siente liberado para desarrollar una política expansiva en el gasto como hará el resto del mundo contagiado.

“Esto nos cambió la vida a todos. Pasaron a un cuarto intermedio todas las cosas secundarias, la deuda, el equilibrio fiscal, y seguramente quedarán demorados los debates sobre la ley del aborto legal y de reforma judicial”, dijo un funcionario de estrecha relación con el Presidente.

En el mundo y en la Argentina el cambio obligará a barajar y dar de nuevo en los viejos paradigmas de la economía y las políticas de crecimiento. “La crisis mostrará quién es quién. Alberto estuvo a la altura de las circunstancias. Donald Trump y Jair Bolsonaro pensaron más en la economía que en preservar la salud y la vida de los estadounidenses y los brasileños”, dijo otro de los asesores del jefe del Estado. Según el Gobierno, los Estados Unidos y Brasil adoptaron políticas laxas para enfrentar el virus y eso agravará el contagio. En el caso brasileño, eso preocupa a la Casa Rosada.

“Esto demuestra la importancia de tener un Estado presente y una línea de bandera que traiga a los argentinos, que como imbéciles viajaron cuando ya estaba declarada la pandemia a nivel global”, dicen en el Gobierno. Si bien reina la cautela en Olivos, los allegados a Alberto Fernández confían en que el Presidente haya actuado a tiempo para disponer la cuarentena obligatoria y eso permita aplanar la curva de contagios, que se duplica cada tres días en los países en los que no se actuó a tiempo.

De todos modos, todavía quedan puntos flojos. La Argentina no puede recibir a todos los argentinos que viajaron al exterior. El gobierno de Misiones que dirige Oscar Herrera Ahuad gestiona ante el Ministerio del Interior que los cientos de argentinos que llegan por tierra a Iguazú sin pasaje para llegar a sus casas puedan tener algún medio de transporte que todavía no llega. Son pasajeros que no pudieron viajar en avión por distintos motivos.

Mientras se espera una desaceleración de contagios, que ayer llegaron a 301, el ministro de Salud, Ginés González García, pone en condiciones, ahora sí, al sistema de salud nacional. El viernes llegaron 7500 reactivos para el test de diagnóstico y todos los viernes se recibirán en igual cantidad hasta completar 52.500. El plan es buscar más en el mundo.

La primera partida se repartió entre provincia de Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe, Chaco y Tierra del Fuego. Santa Fe ya detectó 9 desde anteayer con su propio laboratorio en Rosario, el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Rosario (CEMAR), Córdoba empezó hoy y Buenos Aires también. La Ciudad está más demorada en los test propios descentralizados.

El Malbrán aumentó su capacidad a 300 diarios. Pero tiene capacidad para 1000, dicen. La próxima semana se enviarán los reactivos a todas las provincias y entonces en 24 horas están todos los diagnósticos en tiempo real. De ese modo, se podrán detectar casos positivos y aislarlos para circunscribir la pandemia. La angustia del Gobierno y de todos los gobernadores, incluido Larreta, es saber si llegarán a tiempo para bajar la curva y adecuar el sistema de salud para evitar tragedias sanitarias.

El otro capítulo son los respiradores artificiales. El Ministerio de Salud acordó con tres fábricas del país que están comenzando a producir con mucha velocidad 100/120 respiradores por semana. No es suficiente. Se prepara un programa con ellas, una es Tecme, de Córdoba, para que se pueda fabricar en el país una plaqueta que hasta ahora se importa desde los Estados Unidos pero la crisis podría obligar a producir localmente.

Hay un proyecto con la empresa Mirgor, de electrónica de Tierra del Fuego (Nicolás Caputo), para fabricar la plaqueta. Participan importantes automotrices que al igual que ocurrió en Estados Unidos y en Italia analizan prestar el know how del ensamblado y de la producción de distintas piezas. El objetivo es aumentar la capacidad de producción de ese insumo básico para ayudar a respirar a los enfermos de este virus que ataca los alveolos pulmonares y mata por asfixia a quienes no tienen defensas suficientes.

FUENTE: A24.

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