Más del 60% de los niños y adolescentes no tienen la primera dosis de refuerzo

Los refuerzos son clave porque la protección del esquema primario decae después de los 4 meses. Cuáles son los motivos de la baja cobertura según expertas en vacunas e infectología consultadas por Infobae

EL PAIS 07/01/2023
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Desde noviembre pasado la Argentina enfrenta una nueva ola de COVID. Los casos de personas con diagnóstico confirmado de COVID aumentaron el 31% durante las últimas dos semanas si se los compara con la quincena anterior y se considera la fecha de inicio de los síntomas de la infección.

Sin embargo, más del 60% de las niñas, los niños y los adolescentes del país aún no han recibido la primera dosis de refuerzo.

Esa dosis es necesaria porque, después de que se cumplen los cuatro meses de haber accedido al esquema primario, la protección empieza a decaer. Y las personas están en mayor riesgo de contraer la infección, desarrollar cuadros graves y complicaciones o padecer las secuelas, que se engloban como el síndrome del COVID prolongado.

Según informó el Ministerio de Salud de la Nación, la cobertura del primer refuerzo en adolescentes de entre 12 y 17 años solo alcanzó al 38,2% hasta el momento. En los chicos de menor edad, la cobertura es incluso menor.

Sólo el 13,7% de las niñas y los niños de 5 a 11 años fue acompañado para recibir la dosis de refuerzo. En tanto, desde la primera semana de agosto pasado se habilitó el refuerzo para el grupo que tiene entre 3 y 4 años. La cobertura en ese grupo es bajísima: solo alcanzó al 2,9%.

El segundo refuerzo ya está habilitado para adolescentes de 12 a 17 años con inmunocompromiso. Pero hasta ahora solo el 1,21% de ese grupo recibió ese segundo refuerzo.

El jueves pasado, la cartera de Salud nacional, a cargo de Carla Vizzotti, y el Consejo Federal de Salud, que agrupa a todas las autoridades sanitarias de las 24 jurisdicciones del país, anunciaron que se habilitó la aplicación del primer refuerzo de la vacuna contra COVID-19 en niñas y niños de entre 6 meses a 2 años, 11 meses y 29 días.

También se acordó, siguiendo las recomendaciones de la Comisión Nacional de Inmunización (CoNaIn), que se podrá aplicar el segundo refuerzo en los que grupos de 3 a 11 años y de 12 a 17 años. “La estrategia estará disponible a partir del lunes 9 de enero, como siempre en función de los planes de vacunación de cada jurisdicción”, aclaró Vizzotti en un comunicado oficial.

Si bien la infección por el coronavirus tiende a ser más leve en comparación con lo que sucede en los adultos, las infancias también pueden enfermar por cuadros graves y requerir internación hospitalaria. Esto último es incluso más frecuente en niños y adolescentes que ya tienen alguna afección médica subyacente. Si ya han tenido la enfermedad, también pueden reinfectarse.

También hay casos de niños y adolescentes que por el COVID padecen una complicación grave como el síndrome inflamatorio multisistémico, que consiste en un trastorno por el cual se inflaman diferentes partes del cuerpo, como el corazón, el pulmón, y los órganos gastrointestinales, entre otros.

La adherencia a la aplicación de las dosis de refuerzos ha sido limitada en la población en general. Solo el 48% de la población argentina ha ido a recibir el primer refuerzo, según el último boletín de epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación. Pero la aplicación en las infancias está incluso más demorada.

“Las coberturas con el primer refuerzo son bajas. Es necesario que la comunidad comprenda el riesgo que hoy existe y por eso es necesario que los chicos sean acompañados para recibir el refuerzo”, señaló Angela Gentile, jefa de epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y miembro de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas y de la Sociedad Argentina de Pediatría.

“Hay varias razones por las cuales los niños y los adolescentes deben recibir los refuerzos. Una de ellas es que se necesita alcanzar a la mayor cantidad de población posible para construir una barrera epidemiológica que dificulte la transmisión del coronavirus. De esta manera, lentamente el virus se volverá endémico y estacional porque aún no está controlado”, subrayó la doctora Gentile.

También hay que tener en cuenta que los chicos pueden quedar expuestos al virus, en un momento en que hay alta circulación, y desarrollar el síndrome de COVID prolongado. Desde el inicio de la pandemia hasta marzo del año pasado se reportaron oficialmente 242 fallecidos que tenían entre meses de vida y 17 años en el país.

“Los pediatras reciben más consultas de casos de niños con síntomas persistentes, como fatiga general, falta de concentración, dolor de cabeza, después de que han tenido un cuadro leve o moderado de COVID-19 -comentó la médica-. Incluso ya hay trabajos publicados de que el COVID puede aumentar el riesgo de que los chicos desarrollen diabetes tipo 2″.

Se está investigando todo porque aún no se habrían identificado todas las secuelas posibles tras la infección. “Por eso, lo mejor es proteger a los chicos y a los adolescentes con vacunas seguras y efectivas como las que están disponibles como refuerzos, comentó Gentile.

FUENTE: INFOBAE

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